La pintura de Waterhouse muestra a Elaine sentada en su habitación en la isla. Ella está mirando un espejo que refleja el mundo exterior. Al fondo, un joven pasea a caballo por el bosque. Elaine está enamorada del hombre, pero sabe que nunca podrá estar con él.
La pintura es una hermosa e inquietante representación del amor no correspondido. Es un recordatorio de que a veces las cosas que más deseamos son las que nunca podremos tener.
La pintura se exhibió en la Real Academia en 1888. Fue bien recibida por la crítica y ayudó a establecer a Waterhouse como uno de los pintores más destacados de la época victoriana.