El Bosque Erl-King: Este bosque oscuro, misterioso y aparentemente encantado es un escenario destacado de la novela. Es un lugar de leyendas, supersticiones y miedo para los lugareños. El viaje del protagonista a este bosque simboliza su descenso a la locura y su encuentro con lo sobrenatural.
La Torre del Rey Erl: Ubicada en lo profundo del bosque Erl-King, esta torre abandonada y en ruinas sirve como símbolo de decadencia, aislamiento y abandono. Está asociado con el Rey Erl, una figura mitológica del folclore alemán, que se dice que habita en la torre y atrae a los niños a su reino.
La casa del protagonista: La casa del protagonista está situada en las afueras del bosque, lo que establece aún más la proximidad del espeluznante bosque a su vida diaria. La casa refleja su agitación interior, ya que se describe como un lugar de tensión y falta de armonía, con objetos que parecen fuera de lugar o fuera de contexto.
La ciudad de Saint-Aignan: El protagonista visita con frecuencia Saint-Aignan, un pequeño pueblo cercano a su casa. La ciudad representa una apariencia de normalidad y civilización en medio de los elementos sobrenaturales que lo rodean. Sin embargo, incluso aquí, el protagonista siente una sensación de alienación y desapego del mundo.
El Cementerio :Los frecuentes paseos del protagonista al cementerio local simbolizan su obsesión por la muerte y la mortalidad. El cementerio se convierte en un lugar de contemplación e introspección, donde lucha con su propio destino y la inevitabilidad de la muerte.
Al emplear estas ubicaciones simbólicas y atmosféricas, Michel Tournier crea un escenario que realza el viaje psicológico del protagonista, explora los temas de la locura y la obsesión y contribuye a la cualidad inquietante general de la novela.