Por ejemplo, un artefacto como una herramienta de piedra puede proporcionar evidencia directa de actividad humana. La herramienta se puede examinar para determinar cómo se hizo, qué materiales se utilizaron y cómo se utilizó. Esta información puede proporcionar información valiosa sobre las vidas de las personas que crearon y utilizaron la herramienta.
Por el contrario, un registro escrito, como un relato histórico, puede ser menos fiable. El relato puede ser sesgado o inexacto y puede resultar difícil determinar la veracidad de la información. Esto es especialmente cierto en el caso de acontecimientos que ocurrieron hace mucho tiempo, cuando puede haber pocas otras fuentes de evidencia para corroborar el relato.
Por supuesto, también hay casos en los que los registros escritos pueden ser más fiables que los artefactos. Por ejemplo, un registro escrito bien conservado puede proporcionar información detallada sobre un evento particular, mientras que un artefacto puede proporcionar sólo evidencia fragmentaria. En última instancia, la confiabilidad de la evidencia depende de una serie de factores, como la edad y el estado de la evidencia, el contexto en el que se encontró y la experiencia de las personas que la examinan.