Para Willy, el suicidio representa una salida a su situación desesperada. Se enfrenta a deudas abrumadoras, un matrimonio fracasado y un sentido de autoestima destrozado. No ve otra manera de mantener a su familia y restaurar su dignidad que quitándose la vida. Su muerte, sin embargo, tiene un profundo impacto en sus seres queridos.
Biff, el hijo mayor de Willy, está profundamente afectado por el suicidio de su padre. Se siente responsable de la muerte de Willy y lucha por aceptar su propio fracaso a la hora de estar a la altura de las expectativas de su padre. Sin embargo, a través de su dolor, Biff finalmente encuentra la fuerza para enfrentar sus demonios internos y hacer cambios positivos en su vida. Es capaz de encontrar un sentido de propósito y dirección, liberándose del ciclo de decepción que ha plagado a su familia.
Linda, la esposa de Willy, también está devastada por su suicidio. Ella se queda sola para recoger los pedazos de sus vidas destrozadas, pero se niega a renunciar a sus hijos. El amor y apoyo inquebrantables de Linda hacia Biff y Happy les ayudan a encontrar su camino y reconstruir sus vidas.
En un sentido más amplio, el suicidio de Willy también sirve como comentario sobre el sueño americano y su inalcanzabilidad para muchas personas. La búsqueda de éxito y aceptación social de Willy conduce a su caída, resaltando las duras realidades del capitalismo y la ilusión de movilidad ascendente. Su muerte se convierte en un símbolo de la desilusión y la desesperación que pueden surgir al luchar por un ideal inalcanzable.
Por tanto, el suicidio de Willy es la resolución de la obra porque trae cambios y consecuencias importantes que impulsan el desarrollo de la historia y afectan la vida de los personajes involucrados.