El momento de la comprensión llega cuando el barbero accidentalmente corta la oreja del hombre y la sangre comienza a fluir. En ese instante, el barbero reconoce el olor de la sangre y se da cuenta de que es el mismo olor que ha percibido en el pasado cuando afeitaba a muertos. Esta revelación lo llena de horror y llega a la sorprendente conclusión de que el hombre en su silla es, de hecho, un cadáver.
El clímax de la historia se alcanza cuando el barbero experimenta intenso miedo y confusión. Se enfrenta al dilema ético de si debe completar la tarea que le ha sido asignada o alertar a las autoridades y exponer el siniestro complot. La gravedad de la situación y el peso de la decisión crean un dramático punto de inflexión en la narrativa.