Sin embargo, a medida que se desarrolla la obra, los sentimientos de Elizabeth por John se ponen a prueba y se tensan. Ella se preocupa cada vez más por su relación con Abigail Williams, una joven que acusa a Elizabeth de brujería. Elizabeth experimenta sentimientos de celos y sospecha hacia Abigail, temiendo que John pueda albergar sentimientos románticos hacia ella.
Además, Elizabeth lucha con las acciones y elecciones de John durante los juicios por brujas. Si bien ella comprende sus intenciones de proteger a los inocentes, se siente frustrada por su negativa a confesar el pecado que cometió (tener una aventura con Abigail) para salvar su vida y limpiar su nombre.
A pesar de estas tensiones y desafíos, el amor de Isabel por Juan sigue siendo fuerte. Ella queda desconsolada cuando él es arrestado y juzgado por brujería y trata desesperadamente de salvarlo. Su creencia inquebrantable en su inocencia resalta la profundidad de su conexión y su devoción hacia él.