Betty, la hija del reverendo Samuel Parris, se presenta inicialmente como una joven que cae misteriosamente enferma. A medida que avanza la obra, se hace evidente que su condición no es simplemente física sino que está relacionada con la supuesta brujería que tiene lugar en Salem.
Abigail Williams, prima y amiga de Betty, acusa a Tituba, una esclava de la casa Parris, de brujería, afirmando que Tituba conjuraba espíritus en el bosque. Esta acusación desencadena la histeria y los posteriores juicios por brujas en Salem. Sin embargo, la participación de Betty no se limita a su acusación inicial.
A medida que se desarrolla la obra, Betty se comporta de manera extraña, a menudo sufre ataques y afirma haber visto espíritus en la sala del tribunal durante los juicios. Estos arrebatos y acusaciones influyen enormemente en los procedimientos y contribuyen al creciente miedo y paranoia dentro de la comunidad.
Las acciones y testimonios de Betty, ya sean genuinos o influenciados por la creciente histeria, juegan un papel crucial en la configuración de la narrativa de la obra. Sus experiencias en el bosque y su comportamiento posterior se convierten en pruebas clave contra las brujas acusadas, incluidos John Proctor y su esposa, Elizabeth.
En última instancia, el papel de Betty sirve para resaltar las fuerzas peligrosas e irracionales que actúan durante los juicios de brujas de Salem. Sus palabras, influenciadas por su experiencia personal o manipuladas por otros, contribuyen a la histeria que envuelve al pueblo, derivando en las trágicas consecuencias que enfrenta el acusado.