Macbeth es una tragedia, tras la caída del protagonista debido a sus trágicos defectos.
Alto estilo de lenguaje:
Shakespeare utiliza un lenguaje ornamentado y elevado, que incluye imágenes y metáforas, para crear una sensación de grandeza y tensión.
Versículo en blanco:
La mayor parte de la obra está escrita en verso blanco, una forma de poesía que consta de pentámetro yámbico sin rima (líneas de diez sílabas, con cada sílaba acentuada seguida de una sílaba átona). Esto contribuye a la calidad rítmica, casi hipnótica, de la obra.
Soliloquios y aparte:
Shakespeare emplea soliloquios para revelar los pensamientos y emociones internos de los personajes, particularmente de Macbeth. Aparte se utiliza para comunicar los pensamientos de un personaje a la audiencia sin que otros personajes los escuchen. Estas técnicas proporcionan información sobre las motivaciones y los conflictos del personaje.
Temas y Simbolismo:
Macbeth profundiza en temas como el poder, la ambición, la culpa y las consecuencias de las acciones inmorales. Shakespeare realza estos temas a través del simbolismo, como la sangre como símbolo de culpa, la oscuridad y la luz que representan estados psicológicos.
Caracterización:
Shakespeare presenta personajes complejos y moralmente ambiguos. La transformación de Macbeth de un soldado leal a un tirano despiadado muestra la influencia corruptora del poder y su gradual descenso a la locura. La personalidad inicialmente fuerte y manipuladora de Lady Macbeth contrasta con su posterior estado de culpa.
Ironía dramática:
El uso de la ironía dramática crea tensión y suspenso. El público sabe más que los personajes sobre las consecuencias de sus acciones. Esta brecha en el conocimiento aumenta el impacto de los eventos de la obra.
El estilo de Shakespeare en Macbeth combina lenguaje poético con profundidad psicológica, ambigüedad moral y tensión dramática, lo que la convierte en una obra atemporal e influyente en el mundo literario.