El poema comienza con el jardinero despertando de un sueño e imaginando un jardín lleno de flores y frutas, que representa un mundo ideal libre de explotación y desigualdad. El sueño del jardinero es una expresión del anhelo de un futuro mejor, un anhelo profundamente arraigado en el proletariado.
A medida que avanza el poema, Neruda presenta al camarada adecuado, una personificación de la conciencia revolucionaria que guía la determinación del jardinero. El camarada correcto anima al jardinero a aceptar su papel como agente de cambio y participar activamente en la construcción del jardín, es decir, esforzándose por crear una sociedad justa.
A lo largo del poema, el lenguaje utilizado para representar el jardín y el trabajo colectivo resalta la unidad y el esfuerzo colectivo necesarios para la transformación social. La metáfora de podar y labrar el jardín enfatiza la necesidad de una lucha constante y un esfuerzo colectivo. La descripción que hace Neruda del jardín como "nuestro" y "compartido" subraya la importancia de la solidaridad y el rechazo del individualismo para lograr la liberación colectiva.
Las últimas líneas del poema ofrecen una visión de la máxima armonía entre el individuo y la naturaleza. El jardinero, que representa el espíritu revolucionario, encuentra paz y satisfacción en el jardín exuberante y floreciente. Esta imaginería implica la transformación del mundo interior del individuo mediante el cultivo de una sociedad justa y próspera.
En "La hora del camarada de la derecha del jardín", Pablo Neruda elabora una poderosa alegoría del proceso revolucionario y el potencial transformador de la lucha colectiva. El poema inspira a las personas a aceptar su papel en la creación de un futuro mejor, imaginar un mundo sin desigualdad y encontrar satisfacción en los frutos de su trabajo dentro de una sociedad justa y armoniosa.