La estructura tribal era predominantemente patriarcal, y los hombres asumían papeles centrales en la toma de decisiones, la guerra y las negociaciones. Los beduinos vivían en tiendas de campaña y dependían del pastoreo de ovejas, camellos y otros animales, además de participar en caravanas comerciales para su sustento.
Sus habilidades de supervivencia en el duro entorno del desierto eran notables, lo que los hacía muy adaptables y flexibles en sus objetivos. Las incursiones y disputas entre tribus no eran infrecuentes, determinadas por prácticas consuetudinarias de "ghazws" o incursiones, y conflictos motivados por venganza.
La religión antes de las revelaciones abarcaba elementos de animismo, deidades locales y cierta influencia de tradiciones religiosas vecinas. Sus creencias abarcaban el respeto por los lugares sagrados y la veneración de los antepasados, entrelazando prácticas espirituales con el ritmo de la existencia nómada.
La sociedad beduina valoraba la tradición oral y transmitía historias, poesía y genealogías de generación en generación para preservar su historia y cultura. Además, la hospitalidad era muy apreciada y ofrecida a los visitantes independientemente de su afiliación tribal. Este rasgo cultural, conocido como "difa" o generosidad, reflejaba un profundo sentido de honor y respeto.
La vida de los beduinos requería resiliencia tanto física como mental, ya que se movían constantemente para encontrar nuevos pastos, navegaban en condiciones desérticas traicioneras y forjaban alianzas para asegurar su supervivencia en un mundo marcado por la escasez de recursos.
En esencia, la sociedad beduina antes de las revelaciones exhibía profundas conexiones con su entorno, fuertes estructuras tribales y costumbres únicas que moldearon su identidad como habitantes del desierto.