Inicialmente, Enrique era un católico devoto e incluso recibió el título de "Defensor de la fe" del Papa León X por sus escritos contra la Reforma Protestante. Fue un firme defensor de las doctrinas y prácticas católicas tradicionales y se opuso personalmente a las enseñanzas heréticas. Sin embargo, su deseo de anular su matrimonio con Catalina de Aragón y casarse con Ana Bolena le provocó un conflicto con el Papa, quien se negó a conceder la anulación.
Incapaz de obtener la anulación deseada de Roma, Enrique tomó el asunto en sus propias manos. En 1534, aprobó la Ley de Supremacía, que lo declaró jefe supremo de la Iglesia de Inglaterra y le otorgó la autoridad para reformar la Iglesia inglesa. Esto marcó la ruptura oficial con la Iglesia Católica Romana e Inglaterra se convirtió en una nación protestante.
El rey Enrique jugó un papel activo en la configuración de la doctrina y la liturgia de la Iglesia de Inglaterra. Aprobó la publicación de los "Diez Artículos" en 1536 y posteriormente los "Seis Artículos" en 1539, que definían las prácticas teológicas y litúrgicas de la Iglesia inglesa. Si bien la Iglesia de Inglaterra todavía mantenía muchas tradiciones y rituales católicos, abrazó ciertos principios protestantes, como la lectura de la Biblia en inglés y el énfasis en la justificación por la fe.
Durante el reinado de Enrique, Inglaterra fue testigo de importantes cambios religiosos. Se disolvieron monasterios y casas religiosas y la Corona confiscó sus tierras y riquezas. Los críticos y opositores de las políticas religiosas de Enrique enfrentaron persecución, incluidos Tomás Moro y John Fisher, quienes fueron ejecutados por negarse a reconocer la supremacía del rey sobre la Iglesia.
Además, las políticas religiosas de Enrique tuvieron un profundo impacto en las estructuras políticas, económicas y sociales de Inglaterra. La disolución de los monasterios, por ejemplo, dio lugar a la redistribución de la tierra y la riqueza, alterando la dinámica de poder entre los diferentes grupos sociales.
A lo largo de su vida, el rey Enrique VIII experimentó varios cambios en sus creencias y prácticas religiosas. Si bien nunca adoptó plenamente las doctrinas protestantes más radicales, alejó a la Iglesia inglesa del catolicismo y la acercó a una posición protestante más moderada. En última instancia, sus acciones sentaron las bases de la Iglesia Anglicana, que persiste como la iglesia oficial en Inglaterra en la actualidad.