Los señores eran generalmente terratenientes ricos que aceptaban asentar a un cierto número de colonos en su señorío y proporcionarles tierras y protección a cambio de trabajo y cuotas. A cambio de su lealtad, a los señores se les concedieron amplios derechos y privilegios, como el derecho a recaudar impuestos, administrar justicia y operar fábricas y otras industrias.
El sistema señorial jugó un papel crucial en la organización del asentamiento y el desarrollo de Nueva Francia y Luisiana. No sólo promovió la colonización de estos territorios sino que también dio forma a sus estructuras económicas, sociales y políticas. Los señoríos se convirtieron en los centros de la vida económica y social local, y el señor a menudo era la figura principal de la comunidad.
El sistema señorial también tuvo impactos significativos en las poblaciones indígenas de América del Norte. La llegada de colonos europeos alteró los patrones tradicionales de uso de la tierra y las prácticas de subsistencia de los nativos americanos, lo que provocó conflictos y tensiones entre los dos grupos.
Los señoríos desempeñaron un papel importante en la configuración de los patrones de asentamiento, las estructuras sociales y las economías de Nueva Francia y Luisiana, dejando un legado duradero en estas regiones. Sin embargo, con la conquista británica de Canadá en el siglo XVIII y los cambios en el gobierno de los Estados Unidos, el sistema señorial decayó gradualmente y finalmente llegó a su fin.