Quien habla es una mujer y es consciente de que los osos la están observando. Esto la hace sentir incómoda y comienza a pensar en la relación entre humanos y animales. Se da cuenta de que los humanos tienen una tendencia a objetivar a los animales, viéndolos sólo como objetos de curiosidad o miedo. Esto contrasta con los osos, que parecen ser más conscientes del hablante y de su presencia.
Los osos representan una fuente de poder para el hablante. Se siente atraída por ellos, aunque les tiene miedo. Esto se debe a que los osos representan la parte salvaje e indómita de la naturaleza que los humanos hemos perdido. El hablante también es consciente de que los osos son vulnerables y están amenazados por la invasión humana. Esto la hace sentir responsable de los osos y está decidida a protegerlos.
El hablante también es consciente de la tensión entre humanos y animales y de las diferentes formas en que ven el mundo natural. El orador es un naturalista y ve a los osos como parte del mundo natural, mientras que los demás visitantes los ven como forasteros. El hablante también puede identificarse con los osos debido a sus experiencias compartidas de estar cautivos y ser observados, mientras que los demás visitantes no pueden hacerlo.
El poema sugiere que al reconectarnos con la parte salvaje e indómita de la naturaleza, representada por los osos, podemos encontrar fuerza, resiliencia y curación. El poema es un llamado para que respetemos y protejamos a los animales y reconozcamos nuestra interconexión con el mundo natural.