Nuestras dos almas, pues, que son una,
Aunque debo irme, no aguantes todavía
Una brecha, pero una expansión,
Como el oro a la delgadez aireada.
Si son dos, son dos entonces.
Como rígidos compases gemelos son dos;
Tu alma, el pie fijo, no aparece
Moverse, pero lo hace, si el otro lo hace.
Y aunque el tuyo se siente en el centro,
Sin embargo, cuando mi otro deambula lejos,
Entonces haces con más movimiento revolotear.
Por eso el amor que me debes
Te enseña cuando voy a quedarme
Y deja lágrimas y suspiros como estos,
También puedes las que no son tuyas.
En el contexto de esta estrofa, las inundaciones de lágrimas y las tempestades de suspiros se refieren a muestras excesivas de emoción, como llantos incontrolables y suspiros profundos, que a menudo se asocian con el duelo y la separación. El hablante insta a su amada a no entregarse a tales efusiones emocionales porque no son verdaderamente suyas, sino más bien un reflejo de su apego a él. Al pedirle que deje atrás estas expresiones emocionales, el orador enfatiza la necesidad de fortaleza, resiliencia y aceptación ante la separación.