La creencia en la brujería estuvo muy extendida durante las épocas isabelina y jacobea. Las brujas eran temidas y, a menudo, perseguidas. La gente creía que las brujas podían lanzar hechizos, maldecir a otros y causar daño por medios sobrenaturales.
Shakespeare habría sido consciente de estas creencias e incluyó elementos de brujería en Macbeth para agregar una capa adicional de tensión y crear una sensación de malestar entre la audiencia. La presencia de brujas y eventos sobrenaturales habrían resonado con las creencias y supersticiones contemporáneas de la época.
Además, no era raro que los dramaturgos incorporaran elementos sobrenaturales como fantasmas, brujas y hechizos mágicos para realzar el impacto dramático de sus obras. Estos elementos a menudo se consideraban una forma de explorar temas morales y agregar una sensación de asombro y misterio a la obra.
En conclusión, el público de la época de Shakespeare habría asumido que los elementos extraños de Macbeth, incluidas las brujas y sus profecías, eran causados por brujería, lo que reflejaba las creencias y supersticiones predominantes en la época.