El razonamiento es una herramienta poderosa para descubrir la verdad, pero tiene sus límites. Sólo puede hablarnos del mundo tal como nos aparece, no como realmente es. Además, sólo puede informarnos sobre cosas que son lógicamente consistentes, no sobre cosas que son posibles pero no lógicamente necesarias.
Por ejemplo, podemos usar el razonamiento para demostrar que la suma de los ángulos de un triángulo es 180 grados. Ésta es una verdad lógica que se deriva necesariamente de la definición de triángulo. Sin embargo, no podemos utilizar el razonamiento para demostrar que Dios existe o que el universo es eterno. Éstas son verdades metafísicas que no pueden probarse ni refutarse únicamente mediante el razonamiento.
Para descubrir verdades trascendentales debemos utilizar otros métodos, como la fe, la intuición o la revelación. Estos métodos no son tan fiables como el razonamiento, pero a veces pueden llevarnos a verdades que nunca podríamos descubrir únicamente mediante el razonamiento.
En última instancia, la mejor manera de descubrir la verdad es utilizar una combinación de razonamiento y otros métodos. Al utilizar todas nuestras herramientas, podemos llegar a comprender mejor el mundo que nos rodea y nuestro lugar en él.