Durante la caza, los gusanos de terciopelo usan sus oncópodos para agarrar e inmovilizar a sus presas, y emplean sus poderosas mandíbulas para perforar e inyectar veneno tóxico en la desafortunada víctima. El veneno sirve para paralizar y someter a la presa, lo que facilita que el gusano de terciopelo la consuma.
Los gusanos de terciopelo desempeñan un importante papel ecológico como depredadores dentro de sus respectivos ecosistemas, contribuyendo a la regulación de las poblaciones de invertebrados y manteniendo el equilibrio ecológico.