Si bien el eslogan en sí no fue inventado por Monroe, su actuación ayudó a popularizarlo y consolidar su asociación con diamantes y deseabilidad.
Es importante tener en cuenta que la frase en sí es anterior a Monroe, que aparece en varias formas a lo largo del siglo XX. Sin embargo, su actuación se acredita ampliamente por convertirlo en una piedra de toque cultural.