El mimo tradicional, que implica movimientos corporales y gestos para transmitir emociones y acciones sin palabras, requiere un fuerte control físico, coordinación y expresividad. La capacidad de cautivar a una audiencia únicamente con el movimiento, en lugar de depender del discurso o los accesorios, presenta un desafío importante.
Los estilos de mimo más contemporáneos pueden emplear accesorios o combinar actuación física con palabra hablada o música, lo que añade diferentes elementos de complejidad. Los mimos a menudo reciben una formación exhaustiva para desarrollar su expresividad y sincronización. Deben ser conscientes de su lenguaje corporal, expresiones faciales y gestos mientras mantienen su carácter.
Para realizar con éxito mimos convincentes, las personas deben comprender la mecánica corporal, las técnicas de pantomima y cómo transmitir emociones de manera efectiva. Además, mantener la energía y atraer al público requiere un cierto nivel de carisma y presencia en el escenario.
En general, si bien el nivel de dificultad del mimo puede variar según el estilo y la técnica, convertirse en un mimo experto generalmente implica dedicación, práctica y la capacidad de transmitir emociones y acciones sin depender de las palabras habladas.