En un mundo de caos y desesperación,
Donde la oscuridad parecía llenar el aire,
Se desarrolla una historia, una historia tan grandiosa,
De un alma santa en esta tierra turbulenta.
(Verso 2)
San Damián, faro de gracia,
Con amor y misericordia, abrazó
el dolor y el sufrimiento de los leprosos profundos,
su corazón entrelazado, su promesa de cumplir.
(Verso 3)
En las costas de Molokai encontró su hogar,
Un lugar donde la esperanza empezó a florecer.
Sirvió a los enfermos con tierno cuidado,
Aliviando su miseria allí.
(Verso 4)
Con el paso de los años, su cuerpo se debilitó,
Su espíritu nunca dejó de buscar
La paz y el consuelo que todos podrían obtener,
Unidos por un amor que no conoció el dolor.
(Coro)
Lágrimas de San Damián, fluyen suavemente,
Un testimonio de su amor resplandeciente,
En los corazones de aquellos a quienes tocó y sanó,
Su legado de compasión sellado.
(Verso 5)
Aunque su propia salud comenzó a deteriorarse,
El amor de San Damián nunca flaqueó.
Abrazó el sufrimiento como propio,
Encontrando fuerza en la fe como era conocido.
(Verso 6)
Hasta el final sirvió y oró,
Un alma santa cuyas obras mostraron
El amor más grande, puro y divino,
Un faro en el momento más oscuro.
(Coro)
Lágrimas de San Damián, fluyen suavemente,
Un testimonio de su amor resplandeciente,
En los corazones de aquellos a quienes tocó y sanó,
Su legado de compasión sellado.
(Puente)
Ahora, el espíritu de San Damián sigue vivo.
Sus actos desinteresados serán conocidos para siempre.
Un símbolo de esperanza y amor indómito,
En los corazones y en las almas su luz permanece.
(Coro)
Lágrimas de San Damián, fluyen suavemente,
Un testimonio de su amor resplandeciente,
En los corazones de aquellos a quienes tocó y sanó,
Su legado de compasión sellado.
(Acabado)
San Damián, tu amor nunca se desvanecerá,
Inspirándonos con corazones que vadean
A través de pruebas, dolor y la noche más oscura,
Guiados por tu luz eterna y desinteresada.