Del santo nombre de Escoda,
Cuya vida y obras permanecen
Un faro en la fama cristiana.
Un alma gentil tan querida,
Con ferviente celo encendido,
Su amor a Dios sincero.
Su dedicación insuperable.
En los pasillos del aprendizaje,
Su sabiduría compartida con la gracia,
Estudiantes, corazones anhelantes.
Para seguir su noble huella.
A lo largo de sus fructíferos años,
En el servicio, sirvió
Su espíritu, libre de miedos,
Levantando a los pobres oprimidos.
Con bondad abrazó
Todos los que buscaron su mano guía,
A la luz de la sabiduría, rastrearon
El camino hacia una tierra mejor.
Un mentor sabio y verdadero,
Sus lecciones todavía inspiran,
Para buscar lo que es puro y nuevo,
Y avivar el fuego santo.
Así que rindamos homenaje,
Con el corazón lleno de gratitud,
A la herencia de Escoda,
Y seguimos sus huellas.
Oh Dios de amor y poder,
Bendita la memoria de esta gracia,
Que reflejemos su luz,
En cada lugar y espacio.