El mensaje de la canción gira en torno a la gratitud expresada a alguien (a menudo entendido como Dios por los oyentes) por permitir la libertad individual, el autodescubrimiento y la felicidad a través de la autoexpresión. Transmite un viaje personal de reconocimiento de los deseos internos y la liberación que se experimenta al poder perseguir esos deseos de todo corazón y sin miedo. La canción destaca la gratitud por la oportunidad de "bailar mi propia danza" y ser auténticamente uno mismo sin sentirse restringido o atado a las expectativas de la sociedad.