En un campo de sueños donde crecen melones,
Un predicador de calabaza sembró las semillas de la fe.
Su voz, como una melodía en la brisa,
Cuentos susurrados de esperanza y cambio.
(Coro)
Sal de debajo de ese predicador de calabaza,
Deja que la luz brille en tu rostro.
Ponte de pie, deshazte de tus miedos,
Abraza la gracia.
(Verso 2)
Habló de amor, de un vínculo desencadenado,
Un regalo divino que libera los corazones.
Con ojos de compasión, vio su difícil situación,
Ofreciendo redención en la noche más oscura.
(Puente)
Algunos se burlaron y se burlaron, desestimando sus palabras,
Demasiado simple, demasiado real para sus mentes endurecidas.
Sin embargo, el predicador persistió, su fe inquebrantable,
Como inspirado por una fuerza divina.
(Coro)
Sal de debajo de ese predicador de calabaza,
Deja que la luz brille en tu rostro.
Ponte de pie, deshazte de tus miedos,
Abraza la gracia.
(Verso 3)
Bajo la sombra de la calabaza, las almas se conmovieron,
Encontrando consuelo en sus humildes enseñanzas.
Los cansados encontraron descanso, los perdidos encontraron esperanza,
En su presencia, sus cargas parecieron desvanecerse.
(Verso 4)
Ninguna riqueza buscó, ninguna ganancia mundana,
Sólo la alegría de difundir la llama pura del amor.
Su espíritu se elevó, como un pájaro en vuelo,
Llevando corazones elevados a reinos de luz.
(Coro)
Sal de debajo de ese predicador de calabaza,
Deja que la luz brille en tu rostro.
Ponte de pie, deshazte de tus miedos,
Abraza la gracia.
(Acabado)
Ven, prueba el agua de vida que te ofrece,
La dulzura que puede saciar la sed más profunda.
No más escondites, no más sombras que temer,
Entra en la luz, deja que tu alma sea libre.