Acústicamente, los ritmos sin acento suelen reproducirse a un volumen más bajo o con un ataque menos contundente que los ritmos acentuados. Esto se puede lograr tocando la nota con menos volumen, tocando el instrumento con más suavidad o tocando la nota con una duración más corta.
Visualmente, los tiempos no acentuados a menudo se anotan con cabezas o plicas de notas más pequeñas que los tiempos acentuados. Esto ayuda a indicar que estos tiempos son menos importantes en la estructura rítmica de la música.
Ejemplos de tiempos sin acento incluyen el segundo y cuarto tiempo de un compás de cuatro tiempos, o el segundo y tercer tiempo de un compás de tres tiempos. En algunos estilos musicales, como el jazz y el funk, se pueden tocar ritmos sin acento con ritmos sincopados o variaciones improvisadas, lo que agrega complejidad e interés a la música.