Al final de la obra, John Proctor es ahorcado por negarse a confesar haber practicado brujería. Cuando suena el redoble final de tambores, él se mantiene erguido y desafiante, decidido a mantener su integridad y morir como un hombre honesto.
Sus últimas palabras, "¿Por qué vienes siempre en una nube de muerte así?", son una condena a los juicios por brujería y a la sociedad injusta que lo ha condenado a muerte.