Cuando el mango del diapasón se sostiene contra la mesa, las vibraciones de las púas se transmiten a la mesa. La mesa actúa entonces como caja de resonancia, amplificando las vibraciones y haciendo que el sonido sea más fuerte.
Además, la mesa proporciona una mayor superficie para que las vibraciones se distribuyan, lo que también ayuda a que el sonido sea más fuerte.
Finalmente, la mesa refleja las ondas sonoras hacia el oyente, lo que también contribuye al aumento del volumen.