Clarinete: El clarinete, con su distintiva boquilla de una sola lengüeta, apareció por primera vez a finales del siglo XVII, pero se utilizó ampliamente durante la era clásica. Agregó calidez, claridad y agilidad a la orquesta, particularmente en los registros más altos.
Cuerno de afloramiento: El corno basset, una versión más grande del clarinete, ampliaba el rango del instrumento hacia abajo, proporcionando un sonido más profundo y rico. Presentaba teclas adicionales para mejorar la entonación y la expresividad.
Fagot: El fagot, un instrumento de viento de madera de doble lengüeta, se convirtió en un elemento básico de los conjuntos clásicos. Su amplio rango y versatilidad le permitieron tocar líneas melódicas y de apoyo, agregando profundidad y textura al sonido orquestal.
Trombón: El trombón, con su mecanismo deslizante único, proporcionaba una gama más amplia de notas en comparación con otros instrumentos de metal. Agregó flexibilidad, control dinámico y una voz majestuosa y sonora a la orquesta y las secciones de metales.
Fortepiano: El fortepiano, una de las primeras versiones del piano moderno, supuso un avance significativo. Este nuevo tipo de piano permitió a los pianistas producir sonidos fuertes y suaves variando la presión aplicada a las teclas, creando un rango dinámico que superó las capacidades del clavecín.
Timbales (timbaleros): Los timbales afinables, que utilizan un mecanismo de pedal para ajustar el tono, se hicieron más frecuentes en la era clásica. Aportaron mayor control y precisión, potenciando las posibilidades expresivas de los instrumentos de percusión.
Estos instrumentos recién introducidos agregaron diversidad tímbrica y ampliaron las capacidades expresivas de los conjuntos clásicos, transformando el sonido y el alcance de la música orquestal durante este período.