1. Vibración:
Los platillos crash son discos metálicos suspendidos que resuenan cuando se golpean. Cuando un baterista golpea el platillo con una baqueta, la aleación metálica del platillo comienza a vibrar rápidamente. Esta vibración crea ondas sonoras que viajan por el aire hasta llegar a nuestros oídos.
2. Colisión:
La colisión de la baqueta con el platillo también contribuye a la producción del sonido. Cuando la baqueta golpea el platillo, el impacto genera un sonido agudo y de percusión. Este sonido es particularmente pronunciado en los platillos crash debido a su naturaleza delgada, lo que les permite vibrar más libremente y producir un tono más brillante y explosivo.
A medida que el platillo vibra, las ondas sonoras rebotan en las superficies y objetos cercanos del entorno, creando reflejos y reverberaciones. Esto añade complejidad y riqueza al sonido general de los platillos crash. La forma del platillo, su grosor y los materiales utilizados en su construcción también influyen en el tono específico y el carácter del sonido producido.
El sonido de los platillos crash se ve reforzado aún más por su sostenido, que se refiere a cuánto tiempo el sonido continúa resonando después de ser golpeado. La tasa de caída de un platillo crash está determinada por factores como su tamaño, peso y composición del material. Un sostenido más largo proporciona un sonido más completo y duradero, mientras que un sostenido más corto produce un tono de percusión más entrecortado.
En resumen, la producción de sonido de los platillos crash es una combinación de vibraciones y colisiones. Las vibraciones del disco de metal, junto con el impacto de la baqueta, generan ondas sonoras que interactúan con el entorno, lo que da como resultado el sonido distintivo de los platillos crash en la música.