Para solucionar estos problemas, era necesario que alguien asumiera el papel de director. El director sería responsable de establecer el tempo, la dinámica y otros aspectos musicales de la actuación. Esto aseguraría que todos los músicos tocaran juntos de manera cohesiva.
Además de sus responsabilidades musicales, los directores también tenían otras funciones. Por ejemplo, a menudo actuaba como director musical de un grupo, eligiendo las piezas a interpretar y ensayando a los músicos. También actuarían como directores artísticos, supervisando la visión artística general del grupo.
Hoy en día, los directores siguen desempeñando un papel importante en la interpretación musical, aunque sus funciones han cambiado algo. Ya no necesitan preocuparse por establecer el tempo o la dinámica, ya que se pueden controlar electrónicamente. Sin embargo, siguen desempeñando un papel crucial a la hora de guiar e inspirar a los músicos y de crear una interpretación cohesiva.
Además de sus deberes musicales, los directores también tienen otras responsabilidades. A menudo actúan como directores musicales de una orquesta, eligiendo las piezas que se interpretarán y ensayando a los músicos. También pueden dar conferencias sobre música o impartir clases magistrales para jóvenes músicos.