Melodías y progresiones de acordes repetitivas: Algunas canciones utilizan melodías y progresiones de acordes simples y repetitivas, lo que puede hacer que sean fáciles de recordar y cantar.
Uso de elementos musicales comunes: Muchas canciones incorporan elementos musicales similares, como riffs de guitarra, ritmos de batería y sonidos de sintetizador, que pueden contribuir a una sensación de uniformidad.
Influencia de las tendencias de la música popular: La industria de la música suele estar impulsada por las tendencias y muchos artistas pueden adoptar estilos o sonidos similares para capitalizar lo que es popular actualmente.
Diversidad musical limitada: La industria musical convencional puede estar dominada por un pequeño número de grandes sellos discográficos y artistas, lo que puede limitar la variedad de música ampliamente disponible.
Expectativas de la audiencia: Los oyentes pueden tener ciertas expectativas sobre cómo debería sonar una canción en función de sus preferencias musicales y su familiaridad con la música popular, lo que puede influir en la forma en que se producen las canciones.
Muestreo e interpolación: Algunas canciones incorporan elementos de otras canciones, como muestras o interpolaciones, que pueden crear una sensación de familiaridad y conexión con otras pistas populares.
Falta de originalidad: Algunos artistas pueden carecer de la creatividad o el deseo de crear música verdaderamente única y distintiva, lo que lleva a la producción de canciones que suenan similares a las existentes.
Convenciones y normas musicales: Ciertas convenciones y normas musicales se han establecido con el tiempo, y muchos artistas pueden ajustarse a estas convenciones para crear música que sea familiar y accesible para una amplia audiencia.
Consideraciones comerciales: La industria de la música es un negocio, y los artistas y los sellos discográficos pueden priorizar la creación de música que tenga éxito comercial, lo que puede llevar a centrarse en sonidos formulados y predecibles.