Las cintas y los CD eran formatos populares para grabar y reproducir música en el pasado. Los casetes, comúnmente conocidos como "cintas", utilizaban cinta magnética encerrada dentro de una carcasa de plástico, mientras que los discos compactos o "CD" almacenaban datos de audio digital en un disco óptico. Ambos formatos permitían el almacenamiento y reproducción de grabaciones de audio.
Los casetes se introdujeron en la década de 1960 y se utilizaron ampliamente en las décadas de 1970 y 1980. Ofrecían reproducción de audio portátil a través de reproductores de casetes, que podían ser dispositivos independientes o integrados en otros dispositivos electrónicos, como estéreos portátiles o sistemas de audio para automóviles. Las cintas eran relativamente económicas y fáciles de usar, lo que las convertía en una opción popular para grabar y escuchar música.
Los discos compactos, introducidos a principios de la década de 1980, marcaron un avance significativo en la tecnología de audio. Los CD proporcionaban una calidad de sonido superior en comparación con las cintas, con mayor fidelidad y reducción del ruido de fondo. También permitían el acceso aleatorio a las pistas y tenían tiempos de reproducción más prolongados que los casetes. Los CD rápidamente ganaron popularidad y se convirtieron en el formato dominante para la distribución de música en los años 1990 y principios de los 2000.
Con el auge de la música digital y la introducción de reproductores MP3 y otros dispositivos de audio portátiles, el uso de cintas y CD disminuyó gradualmente. Hoy en día, los servicios de música en streaming y los archivos de música digital han sustituido en gran medida a los formatos físicos como las cintas y los CD.