Estas escuelas separaron por la fuerza a los niños indígenas de sus familias y comunidades, y los sometieron a un plan de estudios diseñado para reemplazar su lengua y cultura tradicionales por la lengua y los valores de la sociedad dominante. Muchas de estas escuelas utilizaron el abuso físico, emocional y sexual como medio de coerción y para romper los vínculos culturales y lingüísticos de los niños.
El impacto de los internados en las comunidades indígenas ha sido profundo. Generaciones de pueblos indígenas fueron sometidas a traumas graves y muchos sufrieron daños psicológicos y emocionales duraderos. Las escuelas residenciales contribuyeron a una alteración de las prácticas culturales, los idiomas y las estructuras familiares dentro de las comunidades indígenas, lo que resultó en desafíos continuos y trauma intergeneracional.
El legado de los internados sigue teniendo consecuencias de gran alcance, incluidas altas tasas de pobreza, adicción y problemas sociales entre las comunidades indígenas tanto de Canadá como de Estados Unidos. Se están realizando esfuerzos para abordar las injusticias históricas y abordar el impacto duradero de las escuelas residenciales a través de iniciativas centradas en las comisiones de reconciliación, verdad y reconciliación, y apoyando la curación de las comunidades indígenas.