El Príncipe declara:"Yo soy la causa de todos sus males, / Mi gobierno inexperto y mi furia partidista, / Que, mejor gobernados, habrían preservado a estos dos".
El Príncipe comprende que su insuficiente liderazgo y su incapacidad para controlar el violento conflicto entre las dos familias permitieron las circunstancias que condujeron al trágico destino de Romeo y Julieta. Se culpa a sí mismo por descuidar el bienestar de su pueblo y permitir que sus disputas privadas alcancen un nivel tan extremo.
Al asumir abiertamente la responsabilidad, el Príncipe también pretende restaurar la paz y la armonía en la ciudad dividida. A través de su autocrítica y reconocimiento de culpa, espera poner fin al ciclo de violencia y animosidad que ha asolado a Verona.