Sin embargo, tras recibir la profecía de las brujas, el carácter de Macbeth comienza a cambiar. Se vuelve cada vez más ambicioso y motivado por su deseo de poder. Está dispuesto a cometer actos de violencia y traición para lograr sus objetivos. Macbeth se vuelve tiránico y despiadado, y sus acciones destruyen no sólo a él mismo sino también las vidas de quienes lo rodean.
Uno de los aspectos que definen el carácter de Macbeth es su culpa y su remordimiento. Después de asesinar a Duncan, lo invade un sentimiento de culpa y horror. Experimenta terrores nocturnos, alucinaciones y otros signos de angustia emocional y psicológica. Las luchas internas de Macbeth reflejan el conflicto interno entre su deseo de poder y su conocimiento de que lo que ha hecho es moralmente incorrecto.
A pesar de su crueldad y crueldad, Macbeth también demuestra ser un personaje comprensivo. Está atormentado por su culpa y es consciente de las terribles consecuencias de sus acciones. A veces expresa arrepentimiento y deseo de liberarse del peso de sus obras. Esta complejidad añade profundidad a su personaje y lo convierte en algo más que un villano unidimensional.
En conclusión, Macbeth es un personaje psicológicamente complejo y bien desarrollado cuya transformación de guerrero leal a tirano corrupto es fundamental para los temas y la trama de la obra. Su descenso a la oscuridad y su lucha contra la culpa reflejan el poder destructivo de la ambición y la codicia, y dejan un impacto duradero en la audiencia.