Pacificador: Benvolio demuestra constantemente su deseo de evitar la violencia y resolver los conflictos de forma pacífica. Interviene durante la pelea inicial entre los Montague y los Capuleto, instando a ambos lados a dejar de pelear. A lo largo de la obra, continúa abogando por la paz y la armonía, enfatizando las consecuencias destructivas de la disputa en curso. Su naturaleza amante de la paz lo distingue de la creciente violencia que consume a otros personajes.
El confidente de Romeo: Benvolio es un amigo confiable y confidente de Romeo. Es uno de los pocos personajes en los que Romeo puede confiar y de quien puede pedir consejo. Benvolio brinda apoyo emocional y comprensión, como se ve cuando escucha las sentidas confesiones de Romeo sobre su amor por Julieta.
Sensato y pragmático: Comparado con el testarudo y apasionado Romeo, Benvolio muestra cualidades más sensatas y pragmáticas. Ofrece consejos reflexivos y a menudo insta a Romeo a pensar racionalmente y evitar decisiones impulsivas. En el Acto I, Escena IV, Benvolio sugiere que Romeo intente olvidar a Rosaline conociendo a otras mujeres hermosas, mostrando su enfoque práctico para lidiar con el amor no correspondido.
Voz de la Razón: Benvolio sirve como voz de la razón en medio de los tumultuosos acontecimientos de la obra. Intenta alejar a Romeo de perseguir a Julieta debido a la disputa familiar, reconociendo los peligros potenciales de su amor prohibido. Aunque sus consejos no son escuchados, Benvolio sigue siendo una de las pocas voces cuerdas en un mundo cada vez más influenciado por pasiones y rivalidades.
Amigo leal: La lealtad de Benvolio a Romeo es encomiable. A pesar de las acciones precipitadas y la impulsividad de Romeo, Benvolio constantemente muestra una profunda preocupación por su bienestar. Intenta proteger a Romeo, incluso en momentos críticos, como informarle sobre la llegada de Teobaldo en el Acto III, Escena I.
En general, Benvolio ejemplifica rasgos como la tranquilidad, la racionalidad y la lealtad, proporcionando una sensación de calma muy necesaria en una obra plagada de conflictos y tragedias. Representa las cualidades positivas que se ven ensombrecidas por el trágico desarrollo del destino en Romeo y Julieta.