Las obras de Shakespeare a menudo reflejaban las cuestiones políticas y sociales de la época, y se sabía que la reina Isabel las utilizaba como una forma de comunicar sus propios mensajes al público. Por ejemplo, en "Enrique IV, Parte 1", Shakespeare incluye un discurso del personaje del rey Enrique V que se ve como una advertencia velada al conde de Essex, que lideraba una rebelión contra la reina.
En general, la reina Isabel tenía una opinión positiva de Shakespeare y su compañía. Admiraba su trabajo y lo veía como una herramienta valiosa para comunicar sus propias ideas y mensajes.