Víctor experimenta angustia física y emocional mientras contempla el resultado de su experimento. Siente una profunda sensación de fracaso y disgusto hacia sí mismo por haber creado un ser así. El peso de su culpa se vuelve casi insoportable y lucha con el conocimiento de que no sólo ha creado algo monstruoso sino que también ha provocado miseria para él y para los demás.
Este encuentro desencadena un cambio profundo dentro de Víctor. Entiende la magnitud de la destrucción que ha causado y comienza a cuestionar su propia cordura y sus motivaciones. La vista del cadáver sirve como un crudo recordatorio de que su búsqueda de conocimiento y poder lo ha llevado a un desenlace trágico, y se enfrenta a la dura realidad de las consecuencias que ahora debe afrontar.