Esta línea también podría usarse como contraste con momentos de adversidad, desafíos o conflictos en la narrativa, enfatizando la disparidad entre los buenos y los malos tiempos. Al repetir esta línea, el autor evoca una sensación de añoranza por el pasado y refuerza la idea de que encontrar la felicidad y la satisfacción en la vida puede ser fugaz.
Además, esta repetición invita al lector a reflexionar sobre sus propias experiencias, recuerdos y momentos de paz, creando una sensación de conexión entre los personajes y el público. Permite a los lectores sumergirse en el mundo de la historia y desarrollar una respuesta emocional más profunda a los eventos y personajes involucrados.