La bondad y la compasión de Edipo son evidentes en la forma en que trata a su pueblo. Siempre está dispuesto a escuchar sus inquietudes y ayuda rápidamente a quienes lo necesitan. Por ejemplo, cuando un grupo de mujeres se le acerca pidiendo ayuda, él inmediatamente accede a escuchar sus súplicas. También está dispuesto a arriesgar su propia vida para salvar a su pueblo de la plaga. Cuando descubre que la única manera de detener la plaga es encontrar y castigar al asesino de Layo, emprende una búsqueda para lograrlo, aunque sabe que podría conducir a su propia perdición.
La bondad y compasión de Edipo también son evidentes en la forma en que trata a su familia. Es un esposo devoto de Yocasta y un padre amoroso para sus hijos, Eteocles y Polinices. Siempre está dispuesto a anteponer las necesidades de ellos a las suyas y se apresura a perdonarlos por sus errores. Por ejemplo, cuando Eteocles y Polinices discuten sobre quién lo sucederá como rey, Edipo intenta mediar en la disputa y está dispuesto a renunciar a su propio trono para evitar una guerra civil.
En general, el discurso al comienzo de la obra nos dice que Edipo es un gobernante amable y compasivo que está profundamente preocupado por el bienestar de su pueblo. Está dispuesto a hacer lo que sea necesario para ayudarlos y no tiene miedo de admitir cuando se equivoca. Es un esposo y padre devoto y siempre está dispuesto a anteponer las necesidades de su familia a las suyas propias.