1. El juego como reflejo de la naturaleza:
Los filósofos y eruditos empezaron a considerar el juego como un aspecto inherente a la naturaleza humana. Observaron que los animales participan en actividades lúdicas y extendieron esta observación a los humanos, argumentando que el juego no es simplemente un pasatiempo frívolo sino una parte vital de nuestra disposición natural.
2. Juego y desarrollo físico:
El siglo XVII fue testigo de un creciente reconocimiento de la importancia del juego en el desarrollo físico. Los pensadores de la educación y los médicos enfatizaron el papel del ejercicio físico y el juego al aire libre en la promoción de la salud, la fuerza y la coordinación.
3. Juego y desarrollo mental:
Además de sus beneficios físicos, también se reconoció cada vez más que el juego contribuye al desarrollo mental. Los pedagogos destacaron que el juego fomenta la creatividad, la imaginación y el crecimiento intelectual. Argumentaron que el juego permite a las personas explorar su entorno, experimentar con nuevas ideas y desarrollar habilidades para resolver problemas.
4. Juego y desarrollo social:
Los aspectos sociales del juego ganaron atención durante este período. Los académicos observaron que el juego brinda una oportunidad para que los niños aprendan a interactuar con otros, desarrollar empatía y navegar situaciones sociales. El juego era visto como un medio de socialización y desarrollo moral.
5. Juego y Expresión Artística:
El siglo XVII fue testigo de una mayor apreciación del papel del juego en la expresión artística. Los elementos lúdicos comenzaron a aparecer en la literatura, el arte y la música, reconociendo el potencial creativo e imaginativo del juego.
6. Diversificación de las actividades lúdicas:
El siglo XVII vio una expansión de las actividades de juego más allá de los deportes y los juegos. Las diversiones de interior, los juegos de mesa, los juguetes y los juegos imaginativos se hicieron cada vez más populares, lo que refleja una comprensión más amplia del juego como algo diverso y multifacético.
En general, el siglo XVII marcó un punto de inflexión en la percepción del juego, ya que comenzó a ser visto como un aspecto integral de la naturaleza y el desarrollo humanos, con importantes contribuciones al crecimiento físico, mental, social y artístico.