1. Acusaciones de brujería: Abigail inicia el conflicto de la obra acusando a personas inocentes de brujería. Específicamente, acusa a Tituba, un esclavo de la casa del reverendo Parris, de practicar magia oscura. Esta acusación prepara el escenario para nuevas acusaciones falsas y la propagación de la paranoia dentro de la comunidad.
2. Manipulación de otros: Abigail usa su encanto, carisma y astucia para manipular a quienes la rodean, particularmente a las mujeres jóvenes del pueblo. Ella convence a las chicas para que se unan a ella y realicen una extraña danza en el bosque, que se considera un ritual satánico. Al desviarlos, ella gana control sobre su comportamiento y pensamientos.
3. Fingiendo aflicción: Abigail finge estar afectada por una fuerza sobrenatural desconocida. Muestra ataques extraños, grita y contorsiona su cuerpo, convenciendo a la comunidad de que está hechizada. Esta pretensión alimenta la histeria y el miedo entre la gente del pueblo.
4. Dinámica de poder: Abigail reconoce que acusar a otros de brujería le da una nueva sensación de poder y autoridad. Al esgrimir estas acusaciones, puede influir en las decisiones de la ciudad, influir en el resultado de conflictos personales e incluso moldear el curso de la vida de las personas.
5. Rivalidad y deseo: El deseo de Abigail por John Proctor, un hombre casado, impulsa sus acciones y alimenta su determinación de eliminar a cualquiera que se interponga en su camino, incluida la esposa de John, Elizabeth Proctor. Utiliza las acusaciones de brujería como medio para deshacerse de sus rivales y asegurar la relación deseada.
A través de sus acciones y motivos, Abigail Williams pone en marcha una serie de eventos que se salen de control y conducen a las trágicas consecuencias descritas en "The Crucible". Su papel destaca los peligros de las acusaciones incontroladas, la manipulación y la fragilidad de las sociedades humanas en tiempos de histeria colectiva y miedo.