La arrogancia de Edipo es evidente en varios momentos clave de la obra. Por ejemplo, cuando el oráculo de Delfos le dice por primera vez que matará a su padre y se casará con su madre, descarta la profecía como una tontería y continúa su viaje a Tebas. Más tarde, cuando la peste azota Tebas y Edipo comienza a investigar la causa, se niega a creer que él pueda ser el origen del problema. Se enoja y frustra cada vez más a medida que la verdad se vuelve más clara, pero todavía se niega a aceptarla.
La hamartia de Edipo es significativa porque, en última instancia, conduce a su caída. Su orgullo y confianza en sí mismo lo ciegan a la verdad sobre sí mismo y su pasado, y como resultado provoca su propia destrucción. La obra sirve como una advertencia sobre los peligros de la arrogancia y la importancia de la humildad.