Turandot recurre a la tortura y al interrogatorio para descubrir el nombre de Calaf, pero éste guarda silencio. A medida que pasa el tiempo y se acerca el amanecer, Turandot se vuelve cada vez más desesperado. En un momento de compasión y amor, le confiesa su propio nombre a Calaf, salvándole la vida y rompiendo la maldición que había mantenido frío su corazón. A pesar de la voluntad de Turandot de sacrificarse, el amor de Calaf por ella lo conquista todo y se abrazan apasionadamente cuando termina la ópera.