Profecía del Oráculo:
Layo estaba destinado a morir a manos de su propio hijo, Edipo. Cuando Layo se enteró de esta profecía por el Oráculo de Delfos, trató de impedirla tomando medidas extremas. Ordenó a su esposa Yocasta que expusiera a su hijo pequeño, Edipo, a los elementos en la ladera de una montaña, asegurando así su desaparición.
Falta de evidencia:
Dado que Edipo fue abandonado y adoptado por el rey corintio Pólibo, inicialmente no hubo una conexión obvia entre él y el asesinato de Layo. La falta de testigos inmediatos o pruebas concretas hizo que a los tebanos les resultara difícil establecer un vínculo directo entre Edipo y la muerte de Layo.
Enfoque externo:
La principal preocupación de los tebanos no era tanto la falta de investigación sobre la muerte de Layo sino la maldición que había caído sobre su ciudad tras el asesinato. La Esfinge había llegado, aterrorizando a la ciudad y representando una amenaza para cualquiera que no lograra responder a su enigma. Resolver el enigma se convirtió en el principal foco de atención, lo que desvió recursos y esfuerzos de la investigación del asesinato de Layo.
Miedo y superstición:
La profecía del Oráculo y las desgracias de la ciudad podrían haber inculcado una sensación de miedo y superstición entre los ciudadanos de Tebas. Es posible que hayan visto la situación como un asunto divino, atribuyendo los acontecimientos a la maldición y al destino en lugar de centrarse en la culpabilidad humana.
Ausencia de Ciencias Forenses:
En la antigüedad, la ciencia forense y las técnicas de investigación no eran tan avanzadas como lo son hoy. Los métodos disponibles para desentrañar los crímenes eran limitados y el concepto de investigaciones exhaustivas tal vez no hubiera sido una preocupación central.
Es importante señalar que a medida que se desarrolló la historia de Edipo Rey, la verdad sobre la muerte de Layo surgió gradualmente a través de una serie de revelaciones, lo que llevó a la comprensión de que la profecía se había hecho realidad. La obra destaca las trágicas consecuencias de las acciones y el inevitable desarrollo del destino.