Antes de cada espectáculo, los bailarines reciben una lista de posibles canciones para elegir. Escuchan las canciones y seleccionan las que sienten que mejor se adaptan a su estilo y a la coreografía que tienen en mente.
Una vez que han elegido sus canciones, los bailarines trabajan con los productores musicales del programa para crear un arreglo personalizado que se ajuste a la rutina de baile y el ritmo de la música.