Las huacas fueron importantes centros de culto y veneración religiosa. La gente solía hacer ofrendas a las huacas en forma de comida, bebida y otros objetos valiosos. También rezaban a las huacas pidiéndoles protección, orientación y asistencia en diversos asuntos.
Las huacas también se asociaban a menudo con deidades o espíritus particulares. Por ejemplo, se creía que el dios de la montaña Apu Ausangate residía en la montaña Ausangate en Perú. La gente solía hacer ofrendas al Apu Ausangate para asegurar una buena cosecha o pedir protección contra daños.
En algunos casos, las huacas también estaban asociadas con linajes o clanes específicos. Por ejemplo, la familia real inca tenía sus propias huacas a las que adoraban y veneraban. Se creía que estas huacas eran la fuente del poder y la autoridad de los Incas.
Las huacas jugaron un papel importante en la sociedad y la cultura andina. Fueron vistos como entidades sagradas y poderosas que podían influir en la vida de las personas. Hoy en día, muchas huacas todavía se consideran sagradas y son visitadas por personas de todo el mundo.