Los días de Gimple estuvieron llenos de travesuras que dejaron a los aldeanos sacudiendo la cabeza y riéndose para sí mismos. Conversaba con los árboles, bailaba con las gotas de lluvia e incluso intentaba volar colocándose plumas en los brazos. Sus travesuras a menudo hacían sonreír a los aldeanos, pero también susurraban entre ellos, preguntándose si realmente era un tonto o si había algo más en sus excentricidades.
Un buen día, un comerciante ambulante llegó al pueblo mostrando una magnífica variedad de mercancías procedentes de tierras lejanas. Los aldeanos se reunieron alrededor, maravillándose de las telas exóticas, las joyas relucientes y las especias que llenaban el aire con aromas tentadores. Entre ellos, Gimple estaba con su habitual sonrisa y sus ojos brillando con curiosidad.
Mientras el comerciante mostraba un collar de rubíes particularmente exquisito, Gimple dio un paso adelante y sus ojos se fijaron en la gema radiante. Extendió la mano y tocó suavemente el collar, sus dedos trazaron su delicada superficie. De repente, una luz cálida emanó del rubí, envolviendo a Gimple en su resplandor.
Los aldeanos observaron asombrados cómo Gimple comenzaba a transformarse ante sus ojos. Su capa hecha jirones se transformó en una túnica resplandeciente, y su comportamiento se volvió sabio y sereno. El hombre que alguna vez fue tonto ahora irradiaba un aura de sabiduría y poder.
Gimple se volvió hacia el comerciante y habló con una voz que llamaba la atención. "Este rubí contiene el conocimiento y la sabiduría de las civilizaciones antiguas. Me ha elegido como su portador y utilizaré su poder para el mejoramiento de la humanidad", declaró.
A partir de ese día, Gimple ya no fue conocido como el tonto del pueblo sino como el sabio. Viajó por la tierra, utilizando la sabiduría que le otorgó el rubí para guiar e inspirar a otros. Sus enseñanzas iluminaron a innumerables almas y se convirtió en un faro de esperanza en un mundo a menudo plagado de oscuridad.
Y así, la historia de Gimple, el tonto convertido en sabio, se difundió por todas partes, sirviendo como recordatorio de que la verdadera sabiduría a veces puede esconderse en las fuentes más inesperadas.