El héroe trágico de Aristóteles suele ser un personaje complejo y moralmente ambiguo que, debido a una combinación de sus propios defectos y circunstancias, experimenta una caída y finalmente encuentra un destino desafortunado.
Prufrock, por otro lado, no encuentra un cambio de suerte significativo ni se enfrenta a una perdición inminente dentro del poema. En cambio, se lo representa como un individuo introspectivo y consciente de sí mismo, que lucha con miedos, dudas y ansiedades internos que le impiden participar plenamente en la vida y expresar sus deseos.
Si bien las introspecciones de Prufrock revelan su profundidad emocional y su conflicto interno, su viaje no sigue la trayectoria clásica de un héroe trágico. En cambio, el poema explora su estado de inacción, su incapacidad para dar pasos decisivos y superar sus inhibiciones, lo que lo deja en un estado de perpetuo estasis.
Sin embargo, vale la pena señalar que el poema no ofrece una interpretación sencilla y definitiva, y algunos lectores pueden encontrar elementos que resuenan con el concepto de tragedia. Por ejemplo, la intensa preocupación de Prufrock por las normas y expectativas sociales podría verse como una forma de encarcelamiento autoimpuesto que, en última instancia, le impide alcanzar la realización personal y la felicidad.
En última instancia, si bien J. Alfred Prufrock puede mostrar ciertas características comúnmente asociadas con los héroes trágicos, como la introspección, los conflictos internos y la incapacidad de actuar con decisión, no encarna completamente el concepto tradicional de héroe trágico en el sentido aristotélico.