- Durante este período, los sindicatos y las huelgas enfrentaron importantes barreras legales. Los empleadores a menudo obtuvieron órdenes judiciales para impedir huelgas, alegando posibles daños a sus empresas o al bienestar público. Estos mandatos prohibían a los trabajadores organizarse, formar piquetes o hacer huelga, limitando gravemente su capacidad de ejercer acciones colectivas.
2. Tácticas de la empresa
- Los empleadores comúnmente utilizaron diversas tácticas para socavar las huelgas y debilitar a los sindicatos. Estas tácticas incluyeron:
- Lista negra: Los empleadores mantenían listas de miembros sindicales o participantes en huelgas y las compartían con otras empresas, impidiéndoles en la práctica empleos futuros.
- Contratos de perro amarillo: Los trabajadores fueron obligados a firmar acuerdos comprometiéndose a no afiliarse a sindicatos ni participar en huelgas como condición de empleo.
- Bloqueos: Los empleadores cerraron temporalmente sus operaciones para presionar a los trabajadores para que aceptaran condiciones desfavorables o abandonaran su huelga.
- Contratación de trabajadores de reemplazo (esquirol): Las empresas contrataron trabajadores no sindicalizados para reemplazar a los empleados en huelga, rompiendo la unidad y eficacia de la huelga.
3. Poder organizativo limitado de los sindicatos
- Los sindicatos todavía estaban en sus etapas de formación y carecían de la afiliación generalizada y de los recursos necesarios para sostener huelgas prolongadas de manera efectiva. Muchas industrias permanecieron desorganizadas, lo que dificultó que los trabajadores presentaran un frente unido contra los empleadores poderosos.
4. Ausencia de protecciones laborales federales
- Durante este tiempo no existía una legislación federal integral sobre los derechos de los trabajadores y los sindicatos. La Ley Sherman Antimonopolio de 1890 se utilizó en ocasiones contra los sindicatos, considerando las huelgas como una restricción del comercio. Pasaron varias décadas antes de que el Congreso aprobara leyes como la Ley Clayton y la Ley Nacional de Relaciones Laborales para proteger los derechos de los trabajadores y nivelar las condiciones para los sindicatos.
5. Percepción pública
- La opinión pública a menudo favorecía a los empleadores y consideraba que las huelgas perturbaban el crecimiento económico y la estabilidad social. Los periódicos y los medios de comunicación frecuentemente presentaban a los sindicatos y las huelgas de manera negativa, influyendo en el sentimiento público y dificultando que los trabajadores obtuvieran el apoyo público.
6. Huelga y violencia
- En ocasiones, los empleadores contrataban rompehuelgas profesionales o utilizaban las fuerzas del orden para reprimir las huelgas. Estos rompehuelgas a menudo participaron en actos de violencia e intimidación contra los trabajadores en huelga, disuadiéndolos de continuar con sus acciones.