Por ejemplo, si un caballo gana, el apostador recibe el doble de la apuesta, ya que la apuesta se aplica tanto a la parte de victoria como a la de lugar de la carrera.
Si el caballo termina segundo o tercero, la apuesta de lugar del apostante será exitosa, lo que resultará en un retorno de la inversión. Sin embargo, si el caballo termina fuera de las tres primeras posiciones, la apuesta se considera perdida.